21/5/09

Contemplación


Contemplo al ser humano, me detengo por un instante. Veo su quehacer, sus relaciones, sus maneras de “SER”.
Que complejidad perfectamente articulada. Lo creaste perfecto, tan perfecto que podía decidir por sí mismo. El árbol de la ciencia,del bien y del mal, era, el libre albedrío. Concibo al ser humano tan profundo y vacío,
Contemplo al ser humano, me detengo por un instante. Veo su quehacer, sus relaciones, sus maneras de “SER”.
Que complejidad perfectamente articulada. Lo creaste perfecto, tan perfecto que podía decidir por sí mismo. El árbol de la ciencia, del bien y del mal, era, el libre albedrío. Concibo al ser humano tan profundo y vacío, rico y pobre, capaz de hacer brotar tanto amor y odiar sin piedad. Capaz de realizar gestos tan grandes y heroicos y al mismo tiempo con la habilidad de llevar a cabo los más horrendos crímenes.
Somos capaces de construir y destruir, sembrar y arrancar, dar vida y muerte. Con la habilidad de vivir para ser y hacer felices a los demás y al mismo tiempo vivir en el vacío de la existencia. Cuando me encuentro con personas que han perdido la razón, me maravillo con tristeza del laberinto de nuestra mente. Creo que se quiere vivir de una manera tan intensa, que sólo encuentran alcanzarla, proyectando, creando, en su interior, un mundo diferente. Los misterios de la mente humana, también son insondables.
Dónde radica la elección de hacer el bien o no. De mantenernos en esto que llamamos realidad o fugarnos a un mundo diferente.
En la afirmación de un común amigo griego; hacer siempre el bien y evitar el mal, creo se encuentra un secreto de vida. Los santos que conocemos, y los que no, se caracterizan por esa razón, siempre hacer el bien.
Hacer siempre el bien, que difícil resulta. Nacemos tan espontáneos al bien y de pronto nos vamos amoldando a patrones de conducta que vamos aprehendiendo en nuestro desarrollo como seres humanos. Somos una copia de mala calidad del sueño que Dios sueña con su criatura. Pero somos reflejo fiel de la sociedad embrutecedora.
Del fariseísmo del que tanto se habla en los predios de la vida consagrada a Dios, es donde hacemos nuestra choza. Por qué a aquellos que un día decidimos dejarlo todo por un solo amor que envuelve a todos se nos vuelve el corazón de piedra. Sepulcros blanqueados, que imagen tan sabia. Por qué perdemos las ganas de vivir que en los primeros tiempos podían impulsarnos a realizar las más grandes empresas. ¿Por qué perdemos nuestra mirada de la mirada del crucificado?
Creo que sufrimos del síndrome de los salvados, somos religiosos, hemos “consagrado” nuestra vida a Dios, ¿pero a que dios? Cuanto poder hay en un consagrado, poder que nos pierde, poder que nos condena, ojala, poder que nos liberara. Olvidamos que hemos sido llamados a servir y no a ser servidos, a ser los últimos.
Hacerse religiosos y Ser religiosos, ¡que gran diferencia¡.
[+/-] Seguir Leyendo...

No hay comentarios:

La Música de Dios

Testigos de la Fe y la Esperanza 01

Iniciativa a imitar, 20 puntos..

Jesuitas

Refugiados: El JRS

Grupos de Google
Suscribirte a CUPAH
Correo electrónico:
Consultar este grupo